El fin está próximo, he podido vislumbrar como empiezan a caer las primeras torres... nada será igual después de esto.
De sus pasos sólo quedan las cenizas, su recuerdo es una sombra que me persigue en las noches de desvelo.
Estos son los últimos días del imperio.
Querida hermanita, empiezas bien con esa escena en la playa...ahora, como dice Alice, sigue hasta el final.
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EL CANTAR DE HEFESTO
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APUNTES SOBRE LA GUERRA DE TROYA
Ante la tierra, cuando el gallo canta,
amanece un nuevo día para la guerra.
Los gritos de trompeta se levantan
y rinden su culto a los guerreros.
Se rompe el sol en apenado llanto
cuando observa el campo de batalla.
Entierran los héroes a sus muertos
y calla el clamor y el viento calla.
Que no se vuelvan pasto de enemigos,
que no se sienta la brisa sobre ellos
ni caigan sus huesos en el polvo.
Un nuevo ardor para el cantar de la muerte
un nuevo día para el tablero
en que mueve el dios Hefesto a sus guerreros.
Aquí la sombra de los pasados mayos
oculta se halla bajo su madriguera,
repleta de odio, sin esperanza alguna,
de amores vírgen, vírgen de primaveras.
En esta patria la sangre desvirgina
su enorme tierra con un sabor a ocre
en una unión carnal que es la batalla.
Aquí la vida es una enorme noche
como la España de otoño que fue rota
por una ola, por un mugir de toros.
En esta Troya un bacanal se yergue,
es el silbar del hierro en su temible coro.
Aquellas aguas que en primitivas horas
eran la calma y ya son el incesto
que ejercen las espadas con el reír del miedo.
Y ese reír es el cantar de Hefesto.
Aquí donde los altos muros
resguardan a Troya de la luna,
mientras el eterno viento
transforma el negro mar en blanca espuma;
aquí donde el sonido de lo indómito
hace batir la lanza a los guerreros,
hace entablar el corazón de la batalla
ensordecida por chillidos fieros;
aquí donde la sangre resbala
por encima de las tierras diariamente
cabalgan los carros y las espadas
dejan marchar la vida ardientemente.
Aquí, de la grieta de la tierra,
mana la muerte a borbotones,
saltan licores de las venas,
chocan titanes y varones.
Aquí los muros de la labrada Troya
vestidos yacen con insaciable fuego;
si antaño fríos, iluminados ahora;
si antaño reales, sólo ya recuerdo.
Aquí la sombra de lo que fuera gloria,
aquí el orgullo de lo que fuera eterno.
Un nuevo tiempo para la vieja Troya,
otro manjar para el fulgor de Hefesto.
Sir Rubens
Hermoso texto Joan,
ResponderEliminar"Aquí donde los altos muros
resguardan a Troya de la luna,
mientras el eterno viento
transforma el negro mar en blanca espuma"
Puedo ver esos muros resguardando la ciudad antes de la fatal caída.
Grande, hermosa, siempre Gloriosa ciudad de Troya.
Gracias por plasmarlo en este recóndito lugar, un placer poder sumergirme en las imágenes que me ha suscitado.