sábado, 4 de septiembre de 2010

Capitán de mi destino

INVICTUS 

Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.    
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años me encuentra, 
y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.



*******************************************************************


Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul. 


In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.

Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed. 


Beyond this place of wrath and tears
Looms but the horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find me, unafraid.


It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul. 



By William Ernest Henley, 1875.

2 comentarios:

  1. Interesante que hayas reparado en este poeta (su pierna cortada le convertiría en el Silver sin ron de su amigo Stevenson). Un poema "tan inglés" que nos habla de esa heroicidad interior tan Kipling y Kavafis (recuerdas el poema sobre la despedida de Antonio en Alejandría?).

    C2

    ResponderEliminar
  2. "Cuando de pronto, a medianoche, se oiga
    un cortejo invisible que circula
    con músicas excelsas, con clamores -
    de tu destino que se entrega, de tus obras
    que fracasaron, de los proyectos de tu vida
    que tan mal te salieron, no te lamentes en vano.
    Como dispuesto desde ha tiempo, como un valiente,
    dile adiós a ella, a la Alejandría que se va.
    Y sobre todo no te engañes, no digas
    que fue un sueño, que fue error de tu oído;
    nunca aceptes tan vanas esperanzas.
    Como dispuesto desde ha tiempo, como un valiente,
    como te va a ti que de una ciudad tal has sido digno,
    acércate con entereza a la ventana
    y oye con emoción, pero no
    con súplicas y quejas de cobarde,
    como un último goce, los acordes,
    los excelsos instrumentos del misterioso cortejo
    y dile adiós a ella, a la Alejandría que tú pierdes. "


    "No deploréis ni os apene el miserable cambio de fortuna que termina mi carrera; sino que más bien plazca a vuestros pensamientos nutrirse con el recuerdo de mi antigua suerte, cuando yo era el príncipe más grande del mundo, que vivió como el más noble; que os plazca pensar que no muero ruinmente, que no entrego cobardemente mi casco a mi compatriota, sino que, romano, soy valientemente vencido por un romano. Ahora, mi alma me abandona; no puedo más."

    Si, en efecto... lo recuerdo.

    El guerrero lo es por ser noble, saber decir adiós era su cometido desde el principio.

    Gran enseñanza esa.

    ResponderEliminar